Tras fracasar en mi primera entrevista para el que yo creía que era el trabajo de mis sueños, me acordé de que cuando tenía 11 años y estaba en el colegio tuve una profesora que nos enseñó cosas sobre psicología de las que jamás había oído hablar. Y me di cuenta de que yo quería ser también profesor para poder transmitir conocimientos.
Escuche la charla: www.tedxtalks.ted.com/video/TEDxPhiladelphiaED-Adam-Grant-A
Realmente me hubiera encantado poder ir a ver a mi antigua maestra y decirle que ella había sido mi inspiración para convertirme en profesor, pero me enteré de que se había jubilado a los 50 años porque estaba muy quemada. Me quedó la duda de qué habría pasado si hubiese ido a verla y le hubiese contado lo mucho que ella influyó en mi decisión.
La enseñanza es la profesión con mayores niveles de agotamiento emocional entre sus trabajadores, mayor incluso que en el caso de los médicos o los bomberos. De hecho, este agotamiento hace que disminuya mucho el rendimiento de los profesores, aumenta la posibilidad de abandono del trabajo y también el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares.
Por todo esto, me pregunté qué se podría hacer para evitar que los profesores sufran tan a menudo agotamiento emocional. Entrevisté a varios profesores y resultó que los que sentían que sus clases habían tenido algún efecto en el mundo estaban mucho más motivados y tenían más energía que los que pensaban que no.
Así, como quería saber más, trasladé mi investigación a otro ámbito que la gente no suele tener en cuenta: las personas que se encargan de recaudar fondos para la universidad. Este arduo trabajo se hace por teléfono y es frecuente que la gente responda de malas maneras. En la oficina tenían un cartel que rezaba la siguiente frase: «hacer un buen trabajo aquí es como hacerte pis encima llevando ropa oscura: sientes el calorcito pero nadie más se da cuenta».
Me puse a analizar los datos de las cosas a las que se destinaba el dinero recaudado y vi que, la mayor parte, se dedicaba a becar a alumnos con pocos recursos. Sin embargo, los que trabajaban recaudando fondos no sabían a quién se le había dado el dinero recaudado con su esfuerzo. Entonces, decidí contactar con uno de estos alumnos becados y le invité a hablar en la oficina durante 5 minutos con la esperanza de que los trabajadores se alegraran al ver a alguien que realmente valoraba su trabajo y que esto les diera más motivación y energía.
Los resultados fueron impresionantes. Después de la visita de este alumno, hice un seguimiento durante un mes de los trabajadores. Se habían casi triplicado el número y tiempo de llamadas, además, consiguieron recaudar cinco veces más dinero que de costumbre.
Ahora bien, qué sucede en el caso de los profesores, ¿se acuerdan los alumnos de lo que les enseñamos? ¿se acuerdan de los maestros? ¿les sirven de algo nuestras enseñanzas?
Pues os voy a poner el ejemplo de una chica, Mónica, que, al igual que yo, decidió dedicarse a la enseñanza gracias a una profesora de primaria. Y, al igual que en el caso anterior, conseguí que ambas se volvieran a ver, y realmente puedo decir que los profesores valoran mucho que les agradezcan su trabajo y les hagan ver la influencia que han tenido en los demás. Por otra parte, esto también es muy bueno para los propios alumnos, ya que ven que su profesor ha sido un ejemplo y una fuente de inspiración para otras personas.
Antes de concluir, me gustaría, compartir algunas ideas:
- La primera, organizar con los alumnos una reunión al final de cada semestre o año escolar y hacer algo (vídeo, página web…) para consolidar lo que han aprendido.
- La segunda, traer a algún antiguo alumno para que hable ante la clase sobre cómo ha aplicado los conocimientos aprendidos.
- La última, traer a algún antiguo alumno para que haga de tutor.
Llevo haciéndolo 7 años y es muy gratificante ver a mis antiguos alumnos relacionarse con los nuevos y ver que han pasado por las mismas experiencias.
En conclusión, esta forma de terapia funciona, pues reduce considerablemente los niveles de agotamiento emocional en los profesores, además de mostrar a los alumnos el valor de lo que sus profesores les enseñan en clase cada día.
Así que, un último consejo: lleva siempre ropa oscura.
Esta charla ha sido resumida por Maya García Pérez
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