¿Te has preguntado alguna vez por qué no fijamos unos precios para todo el mundo y nos dejamos de hacer la competencia? No eres el único.
Preparando una entrada que publicaré próximamente sobre la relación entre traductores y agencias de traducción (puedes apuntarte aquí para recibir un aviso cuando se publique) me he encontrado con un artículo de Pablo Muñoz que me ha dado la idea para la entrada de hoy.
Solemos indignarnos por los precios que ofrecen otros. Pero, bien pensado ¿cómo puedes indignarte porque otra persona trabaje por menos que tú?, ¿a caso tu precio no tiene razón de ser?, ¡el suyo seguro que también!
Si tú cobras 100 y el otro cobra 10, tendrá que ser vuestro posible cliente el que decida con qué se queda. Si pierdes ese cliente no es porque el otro ofreciera un precio más bajo, sino porque el cliente no necesitaba lo que ofrecías o porque no has sido capaz de explicar la diferencia en el valor que le puedes aportar.
Y si resulta que ofrecéis lo mismo, solo veo tres opciones: o estás timando al cliente, o tu competencia está en modo autodestrucción, o algo está fallando con tus procesos de producción que son tanto más costosos que los del otro.
Rebajas de precios en grandes encargos
Al igual que ocurre con los productos, también en los servicios la gente suele bajar sus precios cuando le dan más trabajo. Esto de debe, no a que cueste menos producir (las horas que vas a tardar son prácticamente las mismas), sino por la seguridad que te dan.
Si sé que voy a tener trabajo durante 6 meses, puedo cobrar menos que si no sé cuánto tiempo de esos 6 meses voy a trabajar.
Por supuesto, no para todo el mundo es bueno tener trabajo asegurado durante 6 meses. Si tienes clientes buenos a los que no vas a poder servir durante ese tiempo, podrías perderlos para siempre.
¿Y si acordásemos los precios?
Esto es algo que se oye a menudo en todos los ámbitos, «si todos ofreciéramos los mismos precios altos, las cosas estarían mucho mejor».
¡Ojalá lo pudiéramos dejar estar de una vez!
Acordar los precios, tiene muchas desventajas, entre ellas:
- Es una imposición, y como tal, atenta contra la libertad del individuo.
- Es un gran problema para los nuevos que quieren entrar en el negocio.
- ¿Cómo decides cuál es el «precio justo»?, ¿cómo tienes en cuenta que unos pueden vivir con menos y otros necesitan más?, ¿cómo tienes en cuenta que unos ofrecen productos o servicios mejores que otros?
- Puede destruir la industria de tu sector: si se acuerdan precios demasiado altos, el producto final, será muy caro, posiblemente demasiado caro para que nadie lo compre.
- Es ilegal (menos si lo hace el Estado, claro).
Puedes leer más en nuestro artículo cómo decidir tus precios
Pablo Muñoz Sánchez says
¡Muchas gracias por la mención, Adrián! Me ha gustado especialmente que des tu punto de vista sobre los descuentos por volumen y las desventajas de fijar una tarifa (especialmente la primera: nada como la libertad para que cada uno decida según sus necesidades, experiencia y diferenciación de servicio).
Sobre los descuentos por volumen, siempre que te siga pareciendo una tarifa razonable, es cierto que puede ser interesante para quien no tenga muchos clientes o esté empezando, pues es una buena forma de asegurarte trabajo mientras buscas otros clientes (o haces cualquier otra cosa que te guste: ¡no todo va a ser trabajo!). Por ejemplo, te pueden ofrecer un proyecto intensivo en el que te pagan 18 euros la hora… y resulta que tienes que trabajar 6 meses 8 horas al día. A lo mejor 18 euros la hora no parece mucho considerando que son brutos, pero si haces la cuenta… ¡no está nada mal! 🙂
Un saludo,
Pablo
Adrian says
Ahí está, ante todo la libertad.
Un saludo a ti, Pablo