Con perdón a los que no son traductores ni coordinadores, a los que esta entrada quizás les interese menos, hoy os presento una entrada en dos partes, dedicada a estos dos grupos.
Aquí vamos a intentar lo nunca visto (bueno, quizás sí lo hayamos visto en algún lado, ¡pero no así!): poner en común lo que molesta a unos y otros para, así, conseguir acercar los puntos de vista de dos bandos que suelen tenerse como enemigos, pero que, en realidad (¡oh sorpresa!), van en el mismo barco.
Yo me lo suelo imaginar como la política en muchos países y empresas: un país o empresa (el proyecto de traducción) que va en dirección a la catástrofe, y unos políticos o directivos (traductor y coordinador) que lo único que hacen es pelearse y echarse cosas en cara, en lugar de intentar buscar soluciones a los problemas.
[No sabía con qué foto quedarme para escenificar lo del barco y la catástrofe, así que pongo dos, ya me decís cuál os gusta más para plasmar la idea de esta tierna relación :-D]
10 razones por las que los traductores odian a los coordinadores
- No pagar a tiempo
Sin duda esta es la razón número uno. Un traductor puede soportar muchas cosas, pero andar detrás del coordinador para que le envíe la orden de pago o detrás del encargado de los pagos para que le haga la transferencia (o peor, le firme el cheque o pagaré), puede ser la gota que colma el vaso, más teniendo en cuenta que una de las ventajas de trabajar con agencias debería ser no tener que preocuparse por el pago.
- Rebajas de tarifa
Todo un clásico: El traductor recibe un email diciendo que la traducción tiene errores, pero no dice cuales. Más adelante, llama o escribe intentando rebajar la tarifa mostrando errores leves y diciendo que hay otros muchos más que no tiene tiempo de señalar.
- Revisiones de textos o traducciones de muy mala calidad
El coordinador envía un texto o traducción «muy simple» para revisar (o incluso jurar) que resulta ser traducción de google o peor, ¡bingo! Más de un traductor ha borrado la revisión de su lista de servicios en base a una sola experiencia de este tipo.
- Interrupciones en el trabajo
Llamadas o correos a todas horas para controlar el avance, característico de coordinadores nóveles o con manías persecutorias. Que los traductores no descansan es tan sabido como que los coordinadores no pueden volver a sus casas hasta realizada la entrega, pero eso no significa que tengan que compartir cada segundo de estos momentos, ¿no?
- Modificaciones del encargo o textos sin terminar que te envían para ir avanzando y tardar menos
Cuando ya estás trabajando sobre el documento, te dicen que esa no es la versión correcta o que hay algún cambio mínimo: «Sí, hola, que es que hemos tenido que cambiar alguna cosa, sí, alguna cosilla, ¿control de cambios? no, parece que no, ah, bueno, y además parece que también lo envían en pdf…».
Pero, ¡acaso no hay gente aficionada a esos juegos de «buscar las diferencias»!, ah, que en este caso no son imágenes.
- Promesas inciertas
El típico email o llamada diciendo: Tenemos un nuevo cliente, te envío una muestra de trabajo, cuánto cobrarías… Luego pasa tiempo y tiempo, y nunca llega el email confirmando el pedido.
- Peticiones de traducciones de prueba
Muy relacionado con el punto anterior. Cuando se envían traducciones de prueba y, no solo no se consigue el encargo, sino que tampoco se recibe respuesta, el amor por el coordinador en cuestión puede alcanzar límites inciertos. Sin duda, cada vez son menos los traductores que hacen traducciones de prueba.
- Formatos imposibles (originales escritos a mano, pdfs intratables…)
«Sí, hola, es el cliente de la otra vez, el médico, que nos pasa 100 páginas escritas a mano para traducir, vaya, parece que ha hecho también alguna anotación en los márgenes, bueno, estas las puedes poner como nota en word.», «¿Te importa hacerme primero presupuesto cerrado?»
- Acortar plazos.
«Sí, ya sé que te dije que era para dentro de una semana, pero es que el cliente dice ahora que si no puede tener mañana mismo la traducción, ya no la quiere y que como ya llevamos mucho tiempo con el trabajo (porque lo envió antes de que estuviera la versión final) que ya podríamos terminar.»
- Recolectores de CV
En este caso no se trata de una enfermedad relacionada con el afán coleccionista del coordinador. A veces, las agencias tienen que acompañar de montones de CVs sus ofertas a grandes empresas o a empresas estatales, también puede ser un requisito del concurso al que se presenta tener algún especialista. La gracia es que una vez conseguido el encargo, ni siquiera hace falta que el traductor que aparecía en el CV forme parte del equipo :S. Bueno, no es necesario entender todo en esta vida.
Hasta aquí por hoy. Hagan sus apuestas, ¿quién ganará? La semana que viene, más (aquí puedes leerlo).
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Miguel says
Bueno, siempre hay fricciones, pero si uno traduce bien y si el otro coordina bien, la cosa se simplifica mucho 😉 Un mal día lo tiene cualquiera, claro, pero yo por suerte aún no he llegado a odiar a ningún coordinador. Lo malo es cuando el cliente pide sin pensar que detrás de su traducción hay personas, y cuando el coordinador no sabe decir que no a «caprichos» exagerados del cliente. ¡Saludos de un traductor!
María says
¡Excelente compendio de quebraderos de cabeza traductológicos! Por suerte nunca se dan todas estas calamidades al mismo tiempo, ¡pero alguna que otra me he encontrado! Coincido plenamente con el anterior comentario de Miguel; generalmente es mucha más la culpa del cliente final, que no sabe (ni se interesa especialmente por saber) que lo que pide es casi imposible o complica horrores el flujo de trabajo de coordinadores y traductores. Nunca he ejercido como coordinadora de proyectos pero creo que debe ser bien difícil conciliar los deseos y necesidades de unos y otros, para finalmente «parir» a tiempo un precioso proyecto. ¡Saludos!
Alba says
Buen artículo 🙂 Creo que muchas veces se olvida que las figuras de ambos el traductor y el gestor de proyectos no están tan alejadas la una de la otra. Es muy raro hoy en día que un gestor de proyectos en una agencia de traducción no tenga conocimientos de traducción, o incluso sea un traductor mirando desde el otro lado del espejo. Y por propia experiencia sé que el coordinador aunque sea el cliente final del traductor que colabora con agencia, en realidad está en el medio. Como se comentaba, es el coordinador entre el cliente final y el traductor, el «middle man» que por su posición tiene que lidiar con dificultades y requisitos de ambas partes. Y aún así, creo que el coordinador y el traductor deben ir en el mismo barco, y ofrecer juntos servicios a clientes. Si no existe esa solidaridad/respeto, o ese entendimiento por la parte del traductor y del coordinador, todo proyecto y colaboración con el cliente final se resiente, diría.
Soy coordinadora, y creo que he trabajado con más clientes difíciles que con traductores difíciles, pero como en toda colaboración, de todo hay, y todo depende de como nos tratamos en momentos de urgencia, ante dudas, obstáculos, etc. Siempre apuesto por lo que me parece una colaboración justa, dentro de mis limitaciones de empleada de una empresa que no es la mía 🙂 Pero sí, da para varias listas de razones para odiarse por ambas partes, y aprender de ellas; y también para razones para seguir colaborando :).