¿Tienes un nivel medio de alguna lengua extranjera y estás pensando en empezar a trabajar como traductor?
Lo siento, pero tengo malas noticias. Para trabajar como traductor necesitarás mucho más (sobre todo si te han enseñado en España). Tienes que ser capaz de diferenciar entre montones de tonalidades diferentes en el mensaje y no es suficiente con entender más o menos lo que te están diciendo.
Esto significa que (quitando alguna muy, muy rara excepción) todos los traductores tienen, obligatoriamente, que haber vivido durante una (larga) temporada en el extranjero, además de estudiar la teoría de la lengua extranjera (y propia) para adquirir el nivel necesario para poder traducir.
Como podrás entender, eso es algo con lo que no puedo ayudarte (y es la parte más «dorada» e importante de esas reglas de oro de cualquier traductor autónomo que el título prometía). Así que si todavía no has vivido en ese país extranjero, mejor vete, y cuando vuelvas o cuando lleves allí al menos un año, sigues leyendo.
Para los que hayan superado el punto previo de nuestras reglas de oro: Hoy hacemos un paréntesis en la serie de artículos de Mondo Agit sobre abrir una sucursal en el extranjero y damos paso a una entrada con algunos consejos para traductores autónomos.
Tanto si estás empezando como si ya estás trabajando como traductor, espero que estas 27 reglas básicas te ayuden y, bueno, quién sabe, igual acabes amasando dinero como un campeón (¿existe algún traductor que no se haya metido en esto para hacerse rico?).
[Contenido adicional: descargarte un pdf con las 27 reglas de oro]
- Traduce solo a tu lengua materna.
Como bien nos recuerda Elena en su blog, solo traduciendo a tu lengua materna tendrás suficiente control del lenguaje como para poder decir lo que quieres decir de forma correcta.
También la velocidad de traducción aumenta cuando traducimos a nuestra lengua materna.
Es decir, por razones de calidad y economía, siempre deberíamos traducir hacia nuestro idioma.
- Traduce solo desde idiomas que domines.
Este punto ya lo nombrábamos al principio del artículo. Si no entendemos perfectamente el lenguaje en el que el original está escrito, no podremos realizar traducciones fieles al original. Incluso cuando dominamos una lengua, siempre hay mucho espacio para la interpretación de cualquier mensaje, no lo compliquemos aun más añadiendo nuestros problemas de comprensión básicos.
Por supuesto, siempre traduciremos más rápido si respetamos esta regla.
- Piensa siempre antes de empezar el trabajo si puedes ofrecer la calidad que el cliente requiere.
No aceptes trabajos en especialidades que no conozcas. Si lo haces, (cosa que ocurrirá con más probabilidad cuando estás empezando) busca algún traductor especializado que pueda ayudarte a resolver dudas y que te revise la traducción a cambio de compartir una parte del dinero (consideraciones sobre la calidad en la traducción).
Infórmate siempre sobre cuál es el fin de la traducción. Si se va a usar como material de marketing, para uso interno, para presentar en un juicio, para presentarse a un concurso…
Los clientes no siempre requieren un trabajo perfecto, a veces es más importante que la traducción se haga rápidamente o que el precio sea más bajo. Sin embargo, si la traducción no se adecúa al fin que para ella existe (colgarla en la web y que venda un producto, por ejemplo), el cliente no querrá pagarla, por mucho que sea él quien te lo haya dicho así.
Siguiendo con el ejemplo de la web:
Si no hay mucho presupuesto, quizás se pueda acortar el texto para la página web.
Si la traducción de la web tiene que estar en un plazo muy corto de tiempo, quizás se pueda realizar una revisión posterior.
- Especialízate, de esta forma podrás traducir más rápido y producir textos de mayor calidad.
Este punto creo que está bastante claro. Si conocemos el vocabulario y el tema, traducir está chupado, si no, se puede convertir en una pesadilla, aquí nos lo explica Alejandro Moreno.
- Trabaja con glosarios por temas y clientes.
Este es un punto que personalmente nunca he llevado muy bien. Sin embargo, soy plenamente consciente de las ventajas que supone crear y organizar tus glosarios: te ahorran mucho tiempo y mejoran la calidad de tus traducciones.
- Usa memorias de traducción para textos repetitivos.
Al contrario de lo que muchos dicen, la tecnología es algo maravilloso. Ahora incluso desmemoriados como yo podemos traducir como si nada.
Las memorias de traducción nos muestran cómo hemos traducido antes frases parecidas a la que tenemos delante (además de incorporar glosarios y listas negras de términos). De esta forma aumenta la cohesión del texto y nuestra rapidez de traducción, especialmente en textos repetitivos.
Eso sí, las memorias de traducción también tienen un punto débil. No olvides revisar tu trabajo sin marcas antes de la entrega, para asegurarte que la redacción es fluida.
Aquí te dejo un resumen interesante de programas TAO (traducción asistida por ordenador), los programas que necesitamos para usar una memoria de traducción.
- Conoce las herramientas de que dispones y mantente siempre a la última.
Ten a punto diccionarios y enlaces con referencias según temas.
Los diccionarios siempre fueron el mejor amigo de todo traductor, pero además, hoy wikipedia y las miles de páginas con recursos lingüísticos e información especializada facilitan enormemente nuestro trabajo.
- Si puedes contactar con el autor del texto, aprovecha y envíale tus dudas (¡siempre hay dudas!).
El tema de las dudas en traducción siempre es un poco complicado. Por un lado, el cliente quiere que le solucionemos el problema, no que le hagamos trabajar más enviando miles de dudas. Por otro, siempre hay algo en el original que no está del todo claro o que no se puede decir así en el otro idioma.
En mi opinión, lo mejor es ir haciendo un listado de dudas y enviárselas todas juntas al cliente o al coordinador.
Otra opción, es enviar dos versiones de la traducción, una con notas en las que hablamos de las dudas y otra limpia, la traducción final. Así, si el cliente no tiene tiempo para nuestras dudas, puede usar directamente la traducción final.
- No envíes ningún trabajo que no hayas revisado a fondo antes.
Cuando trabajamos para un cliente final, esto debería estar claro. Como algunos dicen, eres tan bueno como tu último trabajo. La gente tiene muy poca memoria y las escusas no gustan a nadie, así que, intenta mantener el nivel (consejos para la revisión final de tu traducción).
Para trabajos a través de una agencia de traducción. Asegúrate de acordar con ellos en qué estado debes enviar la traducción, si es con marcas, con dudas marcadas, en su versión final…
- Cumple lo acordado, no te retrases en la entrega.
Esta debe ser la razón número uno para que un cliente no quiera seguir trabajando con el traductor, incluso por delante de la calidad del trabajo. No te retrases.
Ah, y asegúrate de estar disponible el día de la entrega, tanto si es física como si es vía internet. Pide siempre confirmación (a poder ser por escrito) de que el documento ha llegado.
- Sé responsable: si ocurre algo, no esperes al último momento para comunicárselo a tu cliente.
Las personas pueden enfermar, la luz se puede ir, los ordenadores pueden dejar de funcionar… todos podemos equivocarnos en nuestras estimaciones.
Si tienes algún problema, busca soluciones, pero si no encuentras la manera de arreglarlo, avisa a tu cliente cuanto antes, todos la cagamos alguna vez.
Por supuesto, no sigas la estrategia del avestruz, ni esperes que el problema se solucione solo, te costará el cliente.
- Sé flexible.
Si el cliente necesita algo especial, no te cierres en banda y piensa primero si puedes ayudarle. No seas de los que se toman todo como un insulto o como un ataque a la profesión del traductor.
Si te lo montas bien, los clientes con necesidades especiales son todo un regalo, posibles clientes de por vida. Con cada «extra» que haces, estás diferenciándote y añadiendo valor al servicio que tu cliente recibe (formas de diferenciarse y trucos de marketing para traductores).
- Pero no demasiado.
Tampoco te pases, ser flexible no significa que debas aceptar cosas que no se pueden hacer o que pongan en peligro el buen desenlace del encargo. Tú eres el profesional y debes aprender a aconsejar a tus clientes.
Por otro lado, ser flexible con el pago no suele dar muy buenos resultados.
Con ello no quiero decir que tengas que pedir a todo el mundo pago por adelantado, pero si tu cliente quiere pagarte a los 180 días o una vez que su cliente le haya pagado, quizás no sea buena idea trabajar con él (luego no digas que no te avisé).
Ahí van unas ideas para evitar los impagos.
- Relaciónate con otros.
El peligro de quedarse aislado como traductor autónomo, es mucho mayor que en otros sectores. A pesar de ello (o por ello mismo), también en el mundo de la traducción es imprescindible rodearse de gente que nos pueda echar una mano en un momento dado.
Intenta acudir a encuentros (físicos y virtuales) de traductores: busca asociaciones (como Asetrad o las otras muchas que existen), foros y sitios web de traductores, así podrás conseguir consejo y trabajo (artículo sobre asociaciones profesionales de traductores). Eso sí, cuidado con los foros, como ya nos avisa Merche.
Por supuesto, es un dar y tomar: da todo lo que puedas y no dudes en pedir ayuda cuando la necesites. No conozco ninguna herramienta más poderosa para tener éxito en cualquier campo que ayudar a otros (si te interesa este tema, te aconsejo que leas el libro Give and Take de Adam Grant, cambiará tu forma de relacionarte con otros, y no solo en el trabajo).
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Aquí voy a parar un momento para recordarte, que si te gusta lo que estás leyendo puedes seguirnos (para los interesados en marketing, esto es un caso práctico de llamada a la acción :-)).
Dicho esto, seguimos.
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- Haz copias de seguridad de todo tu trabajo.
Imagínate qué pasaría si ahora, de repente, mientras estás leyendo este artículo se apaga tu ordenador. Luego, impaciente, porque querías saber cómo seguía, pulsas el botón de encendido… no se enciende. Tu impaciencia se va convirtiendo en incredulidad, luego miedo y al final, rabia.
«Este ordenador patata… oye, ¿se habrá ido la luz?… mierda, la luz va, no será que… lo sabía, es el ordenador, tenía ahí toodos mis datos… ¡también la traducción de 50.000 palabras que tenía que entregar mañana! … ¿por qué no habré hecho copia de seguridad?, ¡¡¿por qué?!!!»
Si no te ha pasado nunca, ya sé que no vas a empezar a hacer copias de seguridad ahora, pero bueno, ahí queda eso.
Para hacer copias de seguridad correctamente, guarda todos tus datos en un disco externo y en la nube (mailbox, google drive, servidor propio o lo que sea). De esta forma estarás protegido tanto si te roban como si alguna pieza se estropea.
Ten en cuenta que si el ordenador se estropea por una subida de tensión, esta también habrá afectado a los demás aparatos electrónicos y posiblemente el disco externo también se haya estropeado. Una forma de evitar este problema es tener un sistema de alimentación ininterrumpida (SAI) o desconectar el disco duro externo cuando no esté haciendo la copia.
- Ofrece una buena atención a tu (posible) cliente.
Sé amable, responde siempre a emails y llamadas dentro de un plazo razonable de tiempo, e intenta ayudar a quien te contacte, aunque no vaya a contratar tus servicios en ese momento (nunca se sabe lo que traerá el futuro). Intenta tener una buena relación con tus clientes.
- Si hay alguna queja, intenta resolver el problema.
Es muy importante que no nos tomemos las críticas como algo personal y que no demos por sentado nada.
Tómate el tiempo que necesites antes de contestar a la queja. Si estás nervioso y quieres soltar alguna burrada, cuenta hasta tres o diez o lo que haga falta, y no lo hagas.
Recuerda, queremos ofrecer un buen servicio y, para ello, debemos ser amables siempre. Esto no significa que aceptemos cualquier queja sin más, pero sí que la tendremos en cuenta y nos pondremos en el lugar del cliente (cómo comportarse ante quejas del cliente).
- Sé independiente y muestra iniciativa.
Eres autónomo, es decir, trabajas para ti. Si no tenemos iniciativa ahora, ¿cuándo?
Avisa a tu cliente si encuentras algún problema con el texto original o con el encargo en su totalidad.
Si te han enviado textos sin terminar o repetidos o no parece el documento correcto y avisas al cliente, te lo agradecerá; si no lo haces, posiblemente pensará que le estás tomando el pelo o que no prestas la más mínima atención a tu trabajo.
- No olvides leer el email y las instrucciones completas que te envíen junto al trabajo.
Esto es algo que nos ocurre más de lo que pensamos: Creemos que ya lo sabemos todo y queremos empezar cuanto antes, y, luego, no tenemos en cuenta algo que era imprescindible. (¿Cómo podríamos saber que no sabemos lo que no sabemos?).
En serio, dedica tiempo a los detalles, a veces pueden ser tan «insignificantes» como un «ah, y no olvides que las primeras 30 páginas no hay que traducirlas» al final del email de tu cliente.
- Procura que quede siempre constancia por escrito de lo acordado.
Enviar un último email (con confirmación de lectura) en el que se recuerda la tarifa, fecha de entrega y demás condiciones del encargo muchas veces puede marcar la fina línea entre mantener o perder un buen cliente. Sin duda, nos ahorrará olvidos y malentendidos.
- Intenta trabajar con presupuestos cerrados para evitar sorpresas.
A nadie le gusta que le suban el precio en el último momento. Así que te aconsejo que cuando te pidan precio, te lo tomes en serio y seas todo lo meticuloso que puedas (ahí van unos cuantos consejos de Irena que te ayudarán a contar las palabras).
En casos en los que no sea posible dar un presupuesto cerrado, explícaselo al cliente y mantenle al tanto de los cambios en el presupuesto.
A menudo es preferible asumir la diferencia y mantener al cliente contento.
Siempre podemos informarle de que al final el trabajo ha sido mayor, pero que no vamos a repercutirlo en el cliente. De esta forma el cliente sabe que eres una persona en la que se puede confiar y, además, puede optar por pagar una parte del trabajo no presupuestado (o incluso toda la diferencia).
- Envía la factura a tiempo (y bien).
Esto es algo en lo que muchos traductores fallan.
Ya sé que la contabilidad es un marrón, por algo no nos hemos hecho contables (info sobre cómo hacer una factura para aquellos a los que IRPF e IVA nos siguen pareciendo algún partido político extraño).
Sin embargo, no olvides que el cliente también tiene que llevar su contabilidad y que si dejas pasar mucho tiempo desde que terminas el trabajo hasta el envío de la factura, estás complicándole la vida (y quitándole las ganas de volver a contratarte).
No dejes pasar más de una semana desde el vencimiento de la factura antes de contactar al cliente, especialmente con clientes nuevos. No olvides ser amable (pero también firme) en todos tus recordatorios.
Según el cliente, puede ser buena idea avisar por sistema con una semana o unos días de antelación de que la factura está al vencer.
Ya sabes que hacer facturas es la clave de la riqueza cuando eres traductor autónomo y que cobrarlas todas y cada una es lo único que se interpone entre el tipo de la foto y tú.
- No trabajes con clientes que no cumplan lo acordado.
Poco más hay que decir, si el cliente no respeta su parte del trato y se retrasa por sistema en el pago, quizás sea mejor dejarlo.
De verdad, no merece la pena y el día que todos nos demos cuenta, dejarán de existir este tipo de clientes.
- Contrata un seguro de responsabilidad civil.
Esto es algo que nadie hace nada más empezar, pero, sin duda, dependiendo también del tipo de clientes que tengamos y de si hacemos traducciones juradas, puede ser imprescindible una vez que nuestra facturación a alcanzado un cierto nivel (elegir un seguro para traductores).
- Practica.
Usa tus lenguas y no pierdas el contacto con las otras culturas. El idioma es tu herramienta de trabajo, lee en tu lengua extranjera, visita el país extranjero, mantén el contacto con gente que conozcas de allí y lee periódicos y revistas internacionales para mantenerte informado. En definitiva, haz todo lo posible por mantener vivo tu idioma extranjero.
- No dejes de formarte.
Como en todas las profesiones, los traductores también tienen que invertir tiempo y dinero en formarse. La carrera no es más que el principio. Atiende a cursos presenciales o por internet, lee libros, suscríbete a revistas especializadas…
Hasta aquí nuestra excursión por el mundo de los traductores autónomos, gracias por acompañarme.
¿Tienes alguna regla de oro que añadir a estas 27? Cuéntanos tu experiencia en las redes sociales o en los comentarios del blog y ¡comparte!
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¿Te supo a poco? No te preocupes, esto no es un adiós, sino un hasta luego.
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Me encanta la foto de las cervezas socializando. 😀
Ya en serio, muy buenos consejos. Gracias por la recopilación y por la mención a mis entradas. 🙂
Un saludo,
Pablo
Sí, así es como debe ser la dura vida del autónomo.
Gracias a ti por tu comentario, Pablo.
Saludos,
Adrián
Hola, Adrián. Tengo un problema con un cliente y me gustaría que me ofrecieras una opinión desde tu experiencia. Hace 40 días que entregué la traducción y emití factura y ayer me llamó mi cliente quejándose de la calidad y diciendo que no me pagaba. A pesar de que intenté explicárselo por teléfono y por escrito, no recibo ninguna respuesta. ¿Qué medida me aconsejas tomar?
Gracias.
Hola, Laura:
Yo intentaría entrar en un diálogo con el cliente. Lo primero sería saber si lo que dice tiene fundamento y luego llegar a un acuerdo. Tampoco es lo mismo que sea un cliente nuevo que otro con el que has trabajado más veces y nunca has tenido problemas, ni que se trate de 100 euros o de cuatro mil. De todas formas, aunque no sea la mejor de las traducciones, quejarse 40 días después de la entrega no parece muy legal y el cliente no puede decidir no pagar unilateralmente, aunque no sé que condiciones de trabajo tendrás con tus clientes.
Resumiendo, respira e intenta llegar a un acuerdo. Ah, y a partir de ahora, añade algo como esto a tus condiciones de contratación: «Las quejas deberán presentarse fundamentadas hasta un máximo de x días tras la entrega de la traducción.»
Un saludo y suerte