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Interpretación en lengua de signos

A lo largo del mundo nos encontramos no sólo con diferentes lenguas habladas, sino también con diferentes lenguas de signos. Cada año, el número de lenguas de signos y comunidades reconocidas aumenta. En España, la LSE (lengua de signos española) y la LSC (lengua de signos catalana) son lenguas reconocidas.

El servicio de interpretación de lengua de signos de Mondo Agit abre la puerta a las personas sordas a acceder a cualquier tipo de discurso, sea de una conferencia o una reunión privada.

Nuestros intérpretes son personas con la formación oficial que permite este trabajo y con larga experiencia en la interpretación para personas sordas. Este tipo de servicio resulta fundamental para actos institucionales, empresas con compromiso social o partidos políticos y en general aquellas instituciones que velan por la integración y la accesibilidad universal.

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Lengua de signos

La lengua de signos se creó para servir como medio de comunicación entre personas mudas y sordomudas. Gracias a ella pueden relacionarse socialmente ya que les permite establecer un canal de comunicación visual y espacial.

Al contrario de lo que se suele pensar, no se trata de una reproducción de la lengua oral en una versión simplificada, y tampoco de mímica. La lengua de signos posee una estructura gramatical propia basada en la configuración de las manos, sus movimientos y orientación espacial y de una rica variedad de lenguaje corporal, sobre todo de movimientos labiales y faciales, entre otros muchos. A este respecto, está estructurada tal como la lengua oral y por ello posee la misma consideración que cualquier otra lengua.           

Se emplea para comunicarse con respecto a cualquier tema, igual que la lengua oral, pero a través de un canal gesto-viso-espacial. En esta lengua, los parámetros los marca el emisor, y el receptor del mensaje debe saber, por ejemplo, que la izquierda o la derecha siempre serán las de la persona que está hablando. Este tipo de consideraciones son muy importantes a la hora de decodificar el mensaje.

Hay tantos lenguajes de signos como idiomas distintos, e incluso existen variedades dialectales, tal y como ocurre con la lengua hablada. Algunos signos son muy fáciles de comprender ya que son icónicos, pero hay otros signos cuya representación es abstracta, y si no se conoce la lengua no se pueden inferir, por lo que en la interpretación de la lengua de signos es necesario contar con la presencia de un intérprete.

Es importante señalar que la lengua de signos puede emplearse también dentro del ámbito pedagógico como apoyo al aprendizaje y uso del lenguaje oral, sobre todo con niños que puedan tener alguna pérdida auditiva o dificultades con la lengua hablada. Con el lenguaje de signos, pueden apoyar su comunicación y expresarse.

La lengua de signos surgió en el siglo XVI como una necesidad educativa, cuando el monje benedictino Pedro Ponce de León comenzó a enseñar a los niños sordos a comunicarse y así poder integrarse en la sociedad con los mismos signos que empleaban en los monasterios para comunicarse sin romper el voto de silencio.

Gracias a esto se produjo un avance en las creencias que se tenían sobre las personas sordas en aquel entonces, permitiendo las mejoras en su calidad de vida y en su lugar en la sociedad. Durante los siguientes siglos, la metodología cambia y empiezan a editarse tratados pedagógicos para la integración y educación de personas sordas, así como diccionarios que sentarán las bases de la lengua de signos española actual, como el Diccionario de mímica y dactilología de Francisco Fernández Villabrille.

Tras numerosos encuentros nacionales e internacionales en los que se ha reivindicado la necesidad del reconocimiento de la lengua de signos, la Lengua de Signos Española (LSE) fue aprobada en octubre de 2007 y la Lengua de Signos Catalana (LSC) en mayo de 2010, lo que supone su admisión como sistema lingüístico propio de las personas sordas de España y Cataluña.

Este reconocimiento pone de relieve la importancia del uso y conocimiento de la lengua de signos, respondiendo con ello a las necesidades de las personas con discapacidad auditiva, además del establecimiento de numerosas normas para su estandarización en los medios de comunicación y dentro de los servicios públicos y oficiales del estado.

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