La traducción desde el punto de vista neuropsicológico
La traducción supone, como todo aquel que haya probado a realizar este tipo de actividad, un gran esfuerzo mental. Al realizar esta actividad, debemos, primero, entender el texto (generalmente en una lengua que no es la nuestra) y luego formularlo en otro idioma (que generalmente sí es el nuestro).
Se habla mucho en los procedimientos de calidad (ISO, UNE) de los diplomas y de controles que deben pasar los traductores, lo cual está muy bien, ya que, como siempre digo: un traductor malo nunca podrá hacer una traducción buena. Pero aquí dejamos lo más importante de lado, que es lo que explica que el mejor traductor pueda hacer una traducción mala (o incluso pésima). Lo más importante debería ser algo así como “si bebes, no traduzcas” o dicho de otro modo: si tienes tu capacidad mental disminuida, por cansancio, drogas (alcohol, medicación, etc.) o porque se te ha muerto el gato, no traduzcas. [Por supuesto, si no sabes conducir (es decir, no controlas el otro idioma), mejor no conduzcas al vehículo (la traducción).]
Leyendo el libro “Thinking, Fast and Slow” de Daniel Kahneman he visto que este “si bebes, no traduzcas” (libro que sin duda dará para otra entrada) también tiene su explicación neuropsicológica. Por lo visto, existen dos tipos de procesos en el cerebro, los realizados de forma rápida o automáticos y los realizados de forma lenta, con esfuerzo y concentración.
Según entiendo, la traducción es una perfecta mezcla de ambos tipos de proceso. Los rápidos que, una vez que tenemos suficiente nivel en el otro idioma y experiencia traduciendo, nos sugieren la traducción de las frases sin esfuerzo, casi automáticamente; y los lentos que nos permiten entender las frases primero y luego controlar que lo que hemos creído comprender es correcto y también está bien formulado en el texto que hemos escrito. Según el conocimiento y experiencia del traductor, habrá más (y más intensos) procesos de pensamiento lento o más de pensamiento rápido durante la actividad de la traducción.
En cualquier caso y resumiendo, un consejo para nuestros clientes y coordinadores de traducciones: la próxima vez que envíes una texto a traducir, recuérdale al traductor que si bebe, no traduzca.
Ah, y por si te lo preguntabas, en Mondo Agit ya nos aplicamos el cuento 😉
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