Nadie lo niega, la diversidad puede ser difícil: diferentes costumbres, desorden, discusiones, tiempo y tiempo dedicado a aclarar asuntos que entre gente de una misma cultura o grupo no habría ni que mencionar, malentendidos…, en definitiva, mayor esfuerzo por parte de todos.
Entonces, ¿no sería mejor que cada uno se quede con los suyos como se viene haciendo de toda la vida?
Pues bien, hay buenas noticias para los amantes de lo diferente, para el que gusta de sumergirse en otras culturas y ver que las cosas se pueden hacer de forma diferente. Se ha demostrado una y otra vez (artículos en inglés) que estar en grupos de gente de diferentes gustos, edades, estilos, orientación sexual, sexo, culturas e idiomas nos hace más creativos y, por lo tanto, más capaces de resolver problemas complejos.
Esto se debe, no solo a que las diferentes personas aportan diferente información al grupo, sino también a que los grupos formados por gente diversa están acostumbrados a ver que las cosas que ellos hacen siempre de la misma manera, otra gente en su grupo las hace de forma diferente.
En otras palabras, no dan nada por hecho, no caen en la trampa de suponer que existen cosas que solo se pueden hacer de una manera o de creer que solo hay una posible respuesta válida y saben que el que ellos hagan las cosas de una manera, no significa que esta sea la única, ni la mejor.
Así, la habilidad de pensar y hacer las cosas de forma diferente no ayuda a que los procesos cotidianos sean más rápidos, pero ayuda a encontrar nuevos procesos hasta dar con uno que aventaja al actual.
La diversidad no siempre es fácil, trae consigo un gran potencial de desorden e incluso violencia ahí donde no se gestiona bien (no puedo más que aconsejar la comunicación no violenta para las dinámicas de grupo), pero, la ciencia es clara, los grupos diversos sobreviven más, incluso donde no hay sinergias posibles. La apertura y tolerancia es clave.
Muchas empresas ya tienen en cuenta este aspecto a la hora de formar grupos. En las escuelas Waldorf, ya desde hace mucho, la diversidad se ha vivido como una ventaja. Quizás va siendo hora de dejar de pensar en lo diferente como algo a rechazar y ante lo que proteger lo autóctono, quizás va siendo hora de dejar de ver la diversidad como una desventaja y aprovecharla como lo que es, una gran oportunidad.
Para el que se interese por el tema: aquí encontrarás un artículo sobre cómo tener miembros con rasgos TDAH en un equipo ayuda al grupo a solucionar problemas complicados.
Sí, resulta que el famoso estudiante que siempre desviaba la atención del grupo y que el «profe» tenía entre ceja y ceja, no solo no debería ser un problema, sino que además, podría permitir al grupo obtener mejores resultados.
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